martes, 27 de diciembre de 2011

el cómplice de los moviles

Dormiré y perderé irremediablemente un tiempo precioso e irrecuperable. Es la pérdida inexorable de los recuerdos de toda una vida. De los momentos únicos, de las sonrisas, de los amantes, de los amores. Es la pérdida de la identidad, la pérdida de uno mismo. Un recuerdo de sonrisa hueca.

Estoy aprendiendo a guiarme por el rechinar de mis huesos. De esa manera espero que el sonido rebote contra algo y regrese a mi oído, distinguiendo, incluso, la textura de algunos objetos según lo distorsionados o amortiguados que se me devuelven, y nuestras almas entrecruzan los dedos, palma contra palma, en el reflejo del espejo.

Quizás mañana ya sólo quede de mí una curva, mientras el resto fabricara lágrimas que me harán cosquillas.

No hay comentarios: